Las enfermedades me enferman.
Me molestan los hospitales.
Los médicos. Las enfermeras.
Me alteran las pastillas,
La homeopatía, las inyecciones.
Me producen asco los psiquiatras,
Las batas, los quirófanos,
La lástima, la quimioterapia,
La resignación y la sobredosis.
Más que nada, me disgusta la muerte.
Las enfermedades (y los enfermos) me enferman.
Debe ser porque necesitan cuidados, atención, amor.
Y nunca aprendí a cuidar a nadie que no fuera yo (y ya
eso, supone un problema).
Y nunca pude ponerle atención a nada (que no fuera el
libro que tenía enfrente).
Y nunca entendí el mecanismo desinteresado del amor (y si
lo entendí, no supe ejercerlo).
Y ella está loca.
Y él está sufriendo.
Y yo, nada. Ahí. Enferma.
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