domingo, 12 de febrero de 2012


Soñé con Ella”, escribo en la pantalla en blanco. La perrita de mi primo salta a mi regazo, desesperada porque la acaricie.
Ay, Liz”, susurro. “Tal vez, si fueras menos insoportable, todos no te odiarían tanto, y conseguirías un poco de cariño. O bueno, puede que si alguien te diese un poco de cariño, serías menos insoportable.
La rasco detrás de las orejas. “Mirate, te estás muriendo por un poco de amor. Yo también estaba así. Y yo tampoco tenía idea de lo idiota que eso me hacía”. La levanto, y la dejo en el piso. Me mordisquea un rato los dedos de los piés, hasta que se aburre, y sale corriendo con su energía habitual en busca de la siguiente víctima.

Vuelvo los ojos a la computadora, y borro lo que había escrito.
Volví a soñar con Ella”.
Miro la hora. Son las 01:10 a.m. Se supone que eso tiene que significar algo, ¿no? Sí, seguro que sí.
En el sueño estaba en una especie de reunión familiar. De mi familia materna. Estábamos en la casa de mi vieja, y no se veía a nadie de la familia en los alrededores. Probablemente, lógica despierta, mi abuela estaba en la cocina fumando y mi tia estaba por ahí cerca quejándose del humo del cigarrillo. Los chicos estábamos apiñados en la cama de mi vieja mirando una película. Agus, Mile, Coni, los de siempre. Mary también estaba por ahí.
Y Ella estaba. Su presencia me sorprendía, aunque era medianamente natural que estuviera ahí. Mary me hacía una pregunta con la palabra “torta” en ella, y yo le decía que hablara bajito, que Coni no sabía sobre eso. Ella se veía un poco incómoda. Yo le acariciaba el pelo y le preguntaba si quería ver mi cuarto.
La llevaba al que era mi cuarto en la casa de mi vieja. Estaba lleno de cajas, sucio. Le explicaba que ya no vivía ahí, que solo estaba de paso; e íbamos al cuarto de mi hermana. Nos acostábamos en la cama, y nos abrazábamos, como si tocarnos fuera lo más normal del mundo. Hablábamos.
Algunas personas pasaban por la puerta, y nos veían. Mi prima, Agus, primero. Nos miraba un rato, y daba media vuelta. Después mi tio Edu, que parecía tomárselo con naturalidad.
Después Coni. No puedo recordar su reacción. Probablemente, porque no sé que reacción tendría.
La verdad, no sé. No sé si Ella era Ella en realidad, o un arquetipo de lo que yo hubiera querido que Ella fuera. No sé si la extraño, o mi subconciente, al traerla a Ella, en realidad quiere traer otra cosa.
Pero me hubiese gustado quedarme un rato más en ese sueño. Todo parecía muy fácil.
Mi vieja no estaba a la vista. 

Cierro todo. No tiene sentido seguir escribiendo ahora. ¿Con que objeto? Contrariamente a lo que me gustaría creer, escribir no me hace una persona diferente, más sabia. Me hace bien. Pero no voy a entender más de lo que entiendo ahora. Fue un lindo sueño. Voy a estar bien. 
Ella no lee mi blog. Y si lo leyera, no creería que es Ella. 
Yo tampoco creería que, después de todo este tiempo, ella sigue siendo Ella. 

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