lunes, 26 de noviembre de 2012

Me fui de esta casa cuando tenía trece años. A veces, en las contadas ocasiones en las que vengo a dormir acá, me despierto a la mañana temprano con la cara despejada, sin saber un carajo que voy a hacer con mi vida y teniendo trece años.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Estaba escribiendo "te vas a morir de esto", y escribí
"te vas a dormir de esto".

Curioso (?

viernes, 9 de noviembre de 2012

In my shoes, a walking sleep,
and my youth I pray to keep. 
Tu vida también es mi país.

Los gitanos se mueven de acá para allá. Yo soy los gitanos. No soy un solo gitano, soy todos ellos, soy un pueblo nómade. Pero por vos hago un paraguas. (¿Viste la intimidad extraña que viven las personas que comparten los paraguas abajo de la lluvia? Yo no tengo un paraguas, nunca lo tuve, nunca lo necesité. Pero si tengo que hacerlo, me saco la campera y fabrico uno con alambres oxidados, solamente para compartirlo con vos.)
Por vos hago un paraguas. 


No soy aquella que llega y que piensa distancia. 

domingo, 4 de noviembre de 2012

Sus palabras tenían el entusiasmo fragante de los primeros años, olor a gomina con brillantina, a jazmines de octubre. Su voz era la media tarde, dulce, letárgica, que se anochecía apenas cuando la tocaba. Sus ojos eran la noche oscura, sin una sola estrella, pero con una luna alucinante que no dejaba de mirar.
Y su piel.
Su piel era la mañana.
Estoy harta de los adultos. No de los adultos en particular, porque por suerte vivo rodeada de adultos en menor o mayor medida geniales, sino de los adultos en general.
Estoy harta de que desmerezcan el sufrimiento, el enojo y el deseo de uno con "sos adolescente" cuando ellos y ellas viven sus vidas entre revistas cosmo, la claringrilla, y la versión contemporánea de las tertulias. No hacen grandes cosas. Pagar cuentas, trabajar de nueve a cinco no los convierte en personas ilustres. Eso se logra de otra manera.
Estoy harta de que se rían de que nos hacemos los rebeldes, cuando fueron ellos los que llenaron las paredes de pintadas anarquistas y ahora se resienten porque no pudieron hacer la revolución en su tiempo. Me pregunto, ¿cómo se atreven a decirnos "no lo intentes porque yo fallé"?
Estoy harta de que nos critiquen por la música que escuchamos, la ropa con la que nos vestimos, y los medios de comunicación que usamos. No veo muchos adolescentes editando discos, cosiendo ropa e inventando códigos html. Crecimos rodeados de estas cosas que ustedes inventaron y que nos venden todos los meses para llevar la pizza a la mesa. Tampoco veo adolescentes dirigiendo los canales de televisión que nos llenan el bocho de mierda desde chiquitos. Nos muestran lo que nos quieren mostrar. Prendés la tele, y ves una chica bailando en pelotas, cambiás de canal y está todo bien, clarín miente, cambiás de vuelta y está todo mal porque la yegua no nos deja comprar dólares. Y secuestraron a un sencillo corredor de bolsa que vivía humildemente en palermo. Y para incorporar el arroz con la clara de huevo hay que revolver sin batir. Las cosas que importan, no las dicen, porque a nadie le importa.
Se quejan de que tenemos la cabecita podrida, y ustedes nos la pudrieron  desde el día uno. Con el manual de urbanidad, esto no se dice, esto no se hace. Y les digo más, tampoco conozco muchos adolescentes que dirijan la mafia que se ocupa de que la droga llegue a todo el país.
Nos dicen que los chicos estamos haciendo cualquiera por la droga, y arrestan a un par de pelotudos con un frasco de flores prensadas, o a un pobre infeliz con un cigarrillo de paco. Ya está. Se acabó el problema de la droga. De donde la estarán sacando estos chicos. Como puede ser. Ahora te matan por diez pesos, es la droga.
Sí, es la droga, y la deshumanización de las personas, que ¿adivinen quién la provocó? adultos. Generaciones y generaciones de adultos fomentando un individualismo que no puede sostenerse, esto es una sociedad y socios somos todos; el que tiene un barco y va al 8N, y el que está en una cama de hospital y no puede levantarse para ir al 7D.
Estoy harta, más que nada, de ver crecer a mi generación torturada por los adultos, para convertirse en ellos. Si no puedes ganarles, úneteles. Estoy al tanto de que no se puede retrasar el crecimiento concientemente. No estoy pidiendo que seamos adolescentes para siempre. Estoy pidiendo que podamos crecer para cambiar todas estas cosas que nos hicieron mierda en su momento, para que los que nos sigan (nuestros hijos, sobrinos, nietos) no sufran exactamente lo mismo que sufrimos nosotros.
Y, me atajo, no es que no sepa que los que son adultos ahora, alguna vez fueron chicos. Es que ellos parecen no saberlo.