domingo, 15 de mayo de 2011

Puebloviejo #1

Llovía, y llovía como la re puta madre. Era una TORMENTA con mayúscula, una TORMENTA y punto. En un pueblo tan chico e insignificante, crecía en dimensión y abarcaba todo. Hacía suyos a los techos de chapa y a los campos, con su humedad culebreaba dentro de todos los que esperábamos debajo del interminable cielo nocturno. Los rayos rajaban la tierra y pelaban los árboles.
-Llega un momento, -dijo Lucho, tocando con la guitarra una desubicada canción de Nirvana, -en el que la vida es un poco como la muerte. Algo que sabemos que existe y le sucede a la gente que conocemos, pero no sabemos un carajo como es en realidad. Y le tenemos un miedo bárbaro.
Yo encendí otro cigarrillo. Me sentía atrapada entre esas cuatro paredes, pero sabía que la sensación persistiría aunque no hubiese estado confinada en la casa. Estaba harta de ese pueblo.
-Decime negro, ¿algún día te vas a cansar de decir pelotudeces? –le espeté de mal humor, y Lucho se encogió de hombros y siguió con su música.
Al otro día, las calles de tierra estarían intransitables. Estaríamos confinados dentro de nuestras casas, y todo estaría teñido con el imposible olor a tierra mojada. Pero ahora mismo, en esa misma noche eterna, 
todo lo que había, era una tormenta.
                                                     .  .  .

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