jueves, 1 de septiembre de 2011


La Revuelta

Desde mi punto de vista, hay dos formas de revolver las cosas. De forma conservadora, se revuelven y se aquietan rápido; la revuelta en ese caso tiene la gracia de mantener las cosas como están. 
De forma liberal, se revuelven y se revuelven.
Y se revuelven, y se revuelven y se revuelven.
Y entonces, la revuelta es eterna. 
(Me gusta más la forma liberal.)
Aclarado este punto, me gustaría establecer un pequeño paralelismo.


El Pequeño Paralelismo Establecido



Yo, a los 11 años; era feliz. Muy feliz. No tenía de quien era, ni a donde iba, no tenía un ideal político definido, era consumista, tonta e ingenua. Pero eso no es todo. Pensaba mucho sobre todo, me movía en grupos diferentes, y aprendía cosas todo el tiempo. Tenía amigos geniales, y amigos que eran unos pelotudos. No tenía drama con mi familia. Amaba la naturaleza. Bueno, era un proyecto de lo que soy ahora; con más problemas, y más lógica, pero era feliz. A los 11 años, yo era feliz.

A los 11 años, esta nena está muerta. Muerta, muerta, muerta. Punto final. No hay vuelta que darle, no hay misterio, no hay divinidad. Muerta.

Y me gustaría ejercer mi derecho a la expresión, inherente a cualquier ser humano, y hacer un par de preguntas.

¿Con qué derecho? ¿Con qué derecho se llevan a una hija, una amiga, una hermana? ¿Con que justificación? ¿Plata? ¿Justamente plata, plata que no le importa a nadie? ¿La representación gráfica de una cantidad vaga de una cantidad inventada que sirve para comprar productos y servicios vale más que una vida humana con sentimientos, pensamientos, ideas, afectos, futuro? ¿Cómo vivís después de haber provocado tanto dolor?
O mucho más simple, como me lo dijeron en el colegio hoy, “¿CÓMO LE HACES ESO A UNA NENA?”
¿Cómo?
Cómo.
Cómo.
Cómo.

Escribo la palabra hasta que deja de tener sentido, respiro lo más profundo que me deja la garganta hoy, tomo un último trago de mate cocido, y miro hacia la nada. Finalmente, puedo llegar a una conclusión a toda esta mierda.

La Conclusión

Hay una nena menos en el país. Una nena que pasaría por una época incómoda antes de convertirse en una mujer copada, buena, linda, fea, mala, loca, cuerda… nunca nos vamos a enterar. Una nena que tendría que odiar el colegio, decidir qué odia menos para empezar una carrera, y trabajar para vincularse con la sociedad.
Y ya sé que esto pasa muy seguido, nenes se mueren todo el tiempo. Asesinados, drogados, de frio, de hambre, por negligencia; maldita maldita negligencia.

Pero cada vez que se muere alguien, este país es un lugar es un lugar diferente. Cada muerte lo cambia un poco más, lo deforma, lo revuelve.
Cada muerte, es una revuelta.
Y no exactamente una de las buenas.  

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