martes, 25 de octubre de 2011


Bueno, resulta que hoy es 25 de Octubre de 2011, y mi papá cumple 46 años. Estuve todo el día muy cansada, y fui de acá para allá, y no comí, y quedé demasiado lejos para planear alguna cosa copada. Entonces, nada, no se me ocurrió nada interesante para hacer o regalar, y además él también está cansado y se acostó a dormir.
Entonces, nada. Pongo mis escasas habilidades literarias en honor del regalo, y escribo un cuento.

La Bomba


Él agarra la pinza, dispuesto a cortar alguno de los dos cables antes de que el contador llegue a cero, y la bomba explote.
……
La bomba tiene dos cables. Uno rojo, y uno negro; y otros centenares de colores y largos diferentes; pero los que realmente importan son el rojo y el negro, y él lo sabe.
Con la misma seguridad mesiánica con la que sabe que esa bomba no existe, y que le indica que ese detalle no tiene ninguna importancia. En realidad, nada tiene mucha importancia. Excepto los cables. El rojo y el negro.
Aunque es uno el que, a fin de cuentas, desactiva la bomba. Y ese es el verdadero problema que lo afecta. Podría ser cualquiera de los dos.
……
¿Qué es la bomba? ¿Es un mecanismo de su mente enferma? ¿Un rompecabezas que debe poner en orden, para poder acomodar la cantidad de cosas en su cabeza que no puede resolver? Tal vez es eso, tal vez es esa su finalidad. Es una caja con compartimientos donde debe clasificar las diferentes cosas. Las cosas sin solución, las cosas oscuras. Las cosas para las cuales necesita ayuda. Las cosas que lo atormentan.
¿Y por qué una bomba de utilería, como las de las películas viejas?
……
Sostiene la pinza entre los dedos, y la presión hace que sus nudillos lastimados supuren sangre y fluidos propios de una infección. Estuvo boxeando contra muchas paredes últimamente. Quiere creer que fue una forma de descarga por la ausencia de puertas por donde sus manos pudieran pasar limpiamente, pero no está seguro. La pinza se le escapa de entre los dedos; la busca a tientas en el piso.
En la oscuridad, el contador hacia atrás desde treinta es la única fuente de luz con la que cuenta. Es suficiente para diferenciar los dos cables.
 …….
 Son idénticos, iguales. Tienen el mismo grosor, el mismo largo, la misma textura recubierta de plástico. Lo único que varía, es el color. Y es una diferencia muy nimia como para hacer aspavamientos.
 Porque en el fondo, sabe que no importa qué cable corte.
 De todas formas, la bomba va a explotar.
 …….
 Lo que tiene que descubrir, es si la explosión simboliza algo bueno, o algo malo. Y tiene que descubrirlo antes de que el contador llegue a cero, porque no puede permitir que la sorpresa que provoque la explosión lo agarre desprevenido.
No puede.
 ……
 Pero no corta ningún cable.
Y la bomba no explota. El contador llega a uno, se detiene; y vuelve a empezar en treinta.
 ……
 Él agarra la pinza, dispuesto a cortar alguno de los dos cables antes de que el contador llegue a cero, y la bomba explote.

 Nada, eso. Feliz cumpleaños. Te quiero. 


......


nunca explota y siempre… incorporado el estallido se hace eco en cada palabra, nada milagroso ocurre, solo el silencio previo, el clic (como hueso roto) del cable cortándose, arrugar la frente, ceñir las mejillas, apretar los dientes y entrecerrar los ojos.
Luego el torbellino de suspiros, un desahogo cierto, las horas de descanso. Lamerse las heridas, al fin, con la mirada puesta en el camino. 


Gracias Hija, te quiero!

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