sábado, 8 de octubre de 2011


Una vez más, soñé que era víctima del holocausto. Y, otra vez, me desperté entre asustada, aliviada; y decepcionada de mi misma.

Sí, son de los sueños más penosos que tengo, y sí, son horribles. Pero lo que mi inconsciente me revela, es que aun habiendo leído tantos libros, mirado tantas películas, y estudiado tantos años; es que soy incapaz de procesar la realidad imposible que fue eso.

Mis sueños son metafóricos, tal vez. Puede ser que el problema no sea que no puedo procesar bien lo sucedido, y soñarlo claramente; sino que en mi sueño es metáfora de otra cosa, que estoy intentando procesar como un hecho histórico que conozco y temo.

Y ahora, poniendo todas las piezas juntas, creo que mi yo-narrador-protagonista en el sueño no estaba con toda mi familia en un campo de concentración, como yo creía; sino en un gueto, lo que tiene más sentido.
Corrijo: No con toda mi familia. Con mi familia materna. Mi abuela, mi tia, mi prima, mi vieja, y mi hermana. 
Mi viejo no estaba.
¿Entonces...?

De cualquiera de las dos formas, sin entrar en detalles en mi sueño, había algo que mi mente pintaba con increíble realismo. El miedo. El miedo más absoluto. El miedo de todo y de todos.

Y sólo con sentir una lejana imitación de eso… Me estremezco de asco y de dolor por el destino de seis millones de seres humanos. 

1 comentario: